Paolo nos habla por teléfono de sus deudas. Tiene no menos de diez gastos mensuales entre asignación salarial y delegación, hipoteca, varios préstamos con bancos y entidades financieras y tarjetas revolving. Además de estos compromisos, debe dinero a un primo y tiene que pagar al dentista y al mecánico del segundo coche de la familia. Paga… pero está empezando a fallar. Le invitamos a una entrevista y nos damos cuenta de que el camino a seguir juntos es ayudarle a tomar conciencia de los momentos en los que ha tomado decisiones poco meditadas. No hubo acontecimientos concretos que desencadenaran tantas deudas, sino poca conciencia del valor del dinero, ¡y también del propio trabajo! Es funcionario, ingresos fácilmente financiables, pero Paolo no sabe explicar por qué siempre ha cogido tarjetas revolving y las ha renovado, empieza a rajarse cuando le preguntamos por qué cogía tarjetas revolving. Bueno… un mes no pude pagar la cuota de la hipoteca y en el banco me ofrecieron un crédito renovable, ¡me ayudó mucho! Me fue bien y a finales de año pedí otro…». Pablo no puede decir por qué lo pidió ni cómo lo utilizó.

Les damos una hoja con una tabla: ingresos y gastos. Le pedimos que anote los ingresos familiares y todos, pero realmente todos, los gastos, incluidas las cuotasHay una diferencia de algo más de 250 euros, razón por la que solicitó las dos tarjetas renovables, para cubrir un déficit constante. Los préstamos renovables, a su vez, conllevan otros intereses…

El segundo paso que damos con él es hacer hincapié en los intereses que está pagando por todos esos préstamos y tarjetas, dinero procedente de su trabajo y del de su mujer. Verle pensar en serio y hablar menos es una primera señal de que Paul empieza a cuestionarse un estilo de vida que le cuesta mucho dinero y que pronto no podrá mantener.

Hacen falta más reuniones para que Paul se decida a cortar las tarjetas revolving y haga cálculos serios sobre los próximos años para deshacerse de los primeros préstamos y luego de las cesiones.

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